Por : @Lamparoantonio
(Conversar en Twitter #ElPutasDice)
Bueno pillen pues, pero callados: Iba pasando por una esquina que tiene esta curva un poco ruda. Son las 9 más o menos, es en un barrio muy cerca a mi casa. Estaba un pipero (entusiasta del alcohol) sentado con la mirada perdida y su aspecto de sonámbulo en trance. Sentado, reposando, callado, no se movía en absoluto salvo los ojos con los que registraba el movimiento como un buho. Diagonál a su ojo derecho, frente a el, estaban dos mujeres morenas de una edad entre 30 a 35 aproximadamente.
Yo iba caminando, cuando de repente todo el movimiento se manifestó en cámara lenta, en ese mismo instante pensé: – Cámara lenta! algo va a pasar, pendiente!
Efectivamente, giré mi cabeza hacia la izquierda y observé a este señor de ojos rojo sangre, con los cachetes y la cara enrrojecita, arrugado, con algunas canas y una barriga promitente. Mirés sus labios y en cámara lenta el viejo eructó un sonido grotesco, horrible, tenebroso y bastante gracioso. Dijo algo así -por lo menos intentó- como: -Buenas.
No había duda, el caballero había roto su silencio lapidario para saludar a estas bellas damicelas de la honorable cuadra.
Sonó como un grito de un marrano superpuesto en un fondo de un rumó grave fuerte, gangoso y carente de una articulación mínima de acentos, volumen, entonación, sintaxis.
Reí con mucha violencia, mis entrañas se retorcían, estaba muy feliz. Pensé y luego la risa se transformó en miedo, el terror más profundo:
Había escuchado el rugido de La Béstia.
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